2011-05-06

Patología invisible: Los trastornos del suelo pélvico afectan a muchas mujeres, que aún creen que son inevitables.

Aunque la publicidad lo presente con tanta naturalidad, que una mujer deba usar compresas contra la incontinencia urinaria a partir de cierta edad no es inevitable. Este problema es frecuente, pero muchas afectadas ni lo consideran un trastorno de salud ni saben que se puede prevenir y aliviar.

Si en ocasiones se habla de la invisibilidad de la mujer en la medicina, porque diagnósticos y terapias se han basado más en casos de varones y porque se ha tendido a minusvalorar las enfermedades de la mujer, de toda la patología femenina la más ignorada sin duda es la del suelo pélvico. Ahora, la mayor valoración de la calidad de vida hace que cada día más mujeres se atrevan a consultar sus problemas urogenitales y se avance en su tratamiento.

El problema afecta al 30% de las mujeres antes de los 60 años y a una de cada tres después.

Pérdidas de orina y disfunciones en las relaciones sexuales coitales (dolor vaginal y falta de orgasmos o dificultad para alcanzarlos) son los problemas más frecuentes por los que consultan las mujeres con deterioro del suelo pélvico, que se origina por el debilitamiento de la musculatura abdominal.
Hay otros trastornos, entre ellos, el prolapso (o caída del útero), estreñimiento no causado por la dieta o el vaginismo, en que se da un agarrotamiento muscular –por estrés, por efecto psicológico, haber sufrido abusos, infecciones repetidas…–, que convierte en dolorosas o imposibles las relaciones coitales e incluso usar tampones.

“Durante años, se ha prestado escasa atención a estos trastornos, haciendo creer a las mujeres que eran producto natural de la maternidad y del envejecimiento, como si fueran irremediables, y así muchas conviven con disfunciones que les causan malestar físico y psicológico, les restan importancia y no buscan remedio hasta que derivan en patología más grave”, explica Francisca
García, fisioterapeuta y directora de El Centre, una consulta de Barcelona especializada en fisioterapia para tratar trastornos pélvicos de la mujer.

Estos problemas, por relacionarse con las partes y funciones fisiológicas íntimas –llamarlas partes pudendas, derivado de pudor, es significativo– o la sexualidad, han sido tabú en muchas consultas ginecológicas. Muchos urólogos tampoco solían tratarlos y se centraban en la patología urogenital masculina. A veces, los trastornos se atribuían a factores psicológicos. Además, se ha dado una falta de especialistas.

Poco a poco, esta patología se tiene en cuenta y su atención se extiende, incluso en centros sanitarios públicos, dada la demanda. Y es que se estima que las disfunciones de suelo pelviano afectan a tres de cada diez mujeres menores de 60 años y al menos a una de cada tres a partir de esta edad, señala Núria Sans, responsable de fisioterapia del departamento de obstetricia del Institut USPDexeus de Barcelona.

Esta clínica ofrece a todas sus pacientes tras dar a luz una valoración del suelo pélvico “para determinar si es necesario un refuerzo muscular y evitar que su estado derive en patología”, indica Sans, quien defiende que “todas las maternidades públicas y privadas deberían ofrecer la valoración, como ocurre en Francia”.

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El parto (y soportar más peso en el embarazo) causa debilitamiento de la musculatura abdominal y pérdida de sensibilidad –más si hay episiotomía y dado que la maternidad cada vez más tardía dificulta la recuperación física natural–. Sans apunta que el 20% de las pacientes que trata llegan tras dar a luz. Son más las que sufren problemas pero no los consultan hasta que, por ejemplo, buscan solución a sus relaciones sexuales insatisfactorias.

Con el envejecimiento y la menopausia (al reducirse la producción hormonal) aumenta la distensión muscular, de ahí las pérdidas de orina.

Sedentarismo y ejercicio intenso aceleran el deterioro en mujeres jóvenes

Pero Francisca García advierte que deterioran también el suelo pélvico el sedentarismo y machacarse en el gimnasio sin control.

El ejercicio intenso sin proteger la musculatura abdominal hace que las disfunciones pélvicas se den ya en chicas jóvenes –un estudio con jóvenes atletas reveló que el 60% padecía pérdidas de orina–. Algunos gimnasios han empezado a adaptar programas de ejercicios a la mujer, para no perjudicar la musculatura abdominal, sino reforzarla.

La fisioterapia es la principal arma para prevenir y reducir las disfunciones del suelo pélvico, de manera que se evite un daño sólo reparable con cirugía (que no siempre resuelve el problema).

Los tratamientos varían segun la patología que diagnostique el médico y lo acentuada que esté. El más conocido es la gimnasia abdominal hipopresiva –que se concibió para que las mujeres que acababan de ser madres pudieran recuperar la silueta reforzando en lugar de dañando su musculatura abdominal–. Otros tratamientos son la electroestimulación muscular, técnicas de relajación o el biofeedback, que utiliza sondas como las de exploración ginecológica y programas informáticos para que la mujer aprenda –lo visualiza en una pantalla– a contraer y relajar los músculos de su zona abdominal.

Los tratamientos, que pueden ser individuales o sesiones en grupo, refuerzan los músculos, lo que previene o alivia las disfunciones, y reeducan su contracción natural, de forma que la mujer aprende a aplicarlos en su vida cotidiana y prevenir el relajamiento muscular. En El Centre, por ejemplo, se tratan muchos casos de incontinencia urinaria, lo que exige en torno a una decena de sesiones.

En los hombres, la musculatura abdominal padece menor deterioro por su configuración anatómica y al no dañarse con partos, pero en algunos casos también sufren pérdida de tono, lo que causa trastornos. Así, a los camioneros, por ejemplo, ir sentados muchas horas y con una constante vibración, puede causarles incontinencia urinaria y dificultades de erección.
Artículo publicado en La Vanguardia. Puedes descargar el artículo en PDF aquí.


(Información extraida de la web: http://elcentre.info)

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